
A que no me atrapas…Pobres hombres.
Y nuevamente, sufriendo las enredadas después de una boda.
Es que sí… esta semana un nuevo amigo dió el gran salto a la fila de los casados… y como siempre, sin hacerse esperar vinieron los chistes con tercera intensión; Otro que se casa, uno menos interesado en la soltería… y hablando de eso… ¿Tú, ya tienes novio? – ¡Ja! Como si gran falta me hiciera… pero es que eso es así, fácil no es.
Tener novio significa olvidarte completamente de un estado de relajación, entonces recibir de regalo estrés y celos profundos, sin contar la depresión en la que se ven envueltas muchas al enterarse que sus novios las coronaron y se hicieron llamar : “el gran tramposo”.
Así que prefiero no contestar y seguir mi camino.
Momentos antes ya había pasado por alto el gran ramo que promete llevar al altar a la que se adueñe de aquel grupito de rosas… ni hablar, mientras unas sufrían por ser las acreedoras de tan ansiada bendición, yo sólo atinaba por sonreír a la cámara y escapar a las miradas de aquellos solteros mirones que desde distintas mesas observaban a las pobrecitas que avergonzadas tienen que declarar que están solteras, mismos leones hambrientos.
Sí, pero también están aquellos, que transpiran, por un ladito mientras intentan esconderse, llenos de nervios y suplicando que la enamorada no sea la fatídica dueña de ese ramito… pues, son aquellos los que piensan que ya fueron, me amarró… sufren por sentir esa tremenda soga en el cuello llamada matrimonio.
También están las que salimos por cumplir y sobretodo sin esperar la invitación por todo lo alto llamándonos solteritas… cuando en realidad quieren decir solteronas, sí las que no atrapamos a nadie, las pobrecitas… Vaaa.
Entonces llega el momento, y sólo una es la dichosa… obviamente no fue ni el reducido grupo de mis amigas ni yo, menos mal.
Fue la más feliz, la que más esperaba aquel momento… se notaba.
La cara se le tiñó de rojo cuando descubrió que fue la dichosa, estaba comprometida y preguntaron por el novio… fue el momento cuando este individuo no aparecía ni en sueños, hasta que descubrieron donde estaba y tuvo que salir a declarar su amor por ella… ¡Ufff!
Pero, ¿cuál es el contexto más importante en realidad?
Pues bien, ¿creen que adueñándonos de aquel ramito vamos a llevarnos de regalote a un hombre al altar? – Me siento convencida que no es así.
El amor nace, ¿se busca o te busca? Tal vez… pero no es un designio de suerte, no se lanza y se atrapa a la primera…
No estoy en contra de la lanzada de ramito, sólo me asusta la forma en que muchas lo ven, una lucha por sacar las garras, quitarte los tacones y saltar lo más alto posible para atrapar la buenísima suerte… ¡jajaja! (A veces exagero un poco), en fin… aquel momento es el que más me gusta observar… ahora acordándome, porque en realidad en ese momento fui una de las observadas.
Por otro lado, ¿Por qué no existen las mismas ansias en el grupo de solteros?
Porque siempre los escucharás entonar la chistosa canción de Luís Enrique – Yo no sé, y dice así:
Yo no sé si tu, no sé si yo… seguiremos siendo como hoy
Para qué pensar y suponer, no preguntes cosas que no sé…
Para qué jurar o prometer… lalala…
Yo no sé mañana, yo no sé mañana
Si estaremos juntos, si se acaba el mundo
Yo no sé si soy para ti, si serás para mí….
Pero noten lo que dice casi al final:
1. No tratemos de correr antes de andar…
2. Sólo este momento es realidad…
3. Como será el final… No hay nada escrito…
4. Deja que el corazón decida lo que sentimos…
5. Ahora lo que vivimos es lindo… quien puede saber lo que pasará…
Esa son las palabras que ellos tienen en mente, en serio… ellos no saben cuál será el mañana, pues no piensan o por lo menos no lo ven tan cercano aquella idea de estar juntos hasta que la muerte nos separe…Es por esa razón que cuando ellos salen al frente y se nota el gran grupo de jóvenes amantes de la aventura todos se hacen los locos, se mueven al lado contrario del que podría volar el regalito, muy pocos, realmente 2, fueron los entusiasmados…
Entonces se me viene la respuesta, huyen cada vez que pueden del compromiso, no pueden aceptar perder su estabilidad emocional, su capacidad de defender su espacio, mantener su estatus de soltero codiciado… y por último se niegan a amar, a entregarse completamente a una sola mujer… se niegan a verse por siempre a lado del amor que conocieron, conocen y seguirán conociendo, amando y respetando… sí, es esa última palabra la que más temor les produce.
Por esas razones es que veo de la forma más sarcástica el entusiasmo de las chicas al querer atrapar el ramito…
Entonces para el reducido grupo de amistades y a mí nos encanta la canción de Marisela Puicón – Solterita:
Solterita y sin apuro,
por esta yo te lo juro,
para estar con un demonio,
mejor sola que con novio…
Al final siempre llega el momento de cambiar de idea, pero hasta que ese momento llegue seguiré defendiendo las respuestas y pensamientos de una mujer…de mí.
Sé que se acercan otras bodas, pero el ramito ya no será el problema… pues pienso que estar al frente sólo demuestra cuanto te interesa estar sola, cuan valiosa eres y no entregas aquella personalidad, belleza, inteligencia increíble a cualquiera… tal vez despide a los pretendientes, pero es que de eso se trata… el que persiste gana, entonces si uno no se asusta de eso y sigue intentando demuestra que lucha por alguien y no tiene miedo a lo que pueda llegar… porque si de compromisos se trata, estaré lista cuando alguien de el primer paso a conseguirlo.
Además, no me siento una mujer desesperada por conseguir a alguien que me asegure que no huirá al escuchar que atrapé el ramo, pues es necesario decir que tengo solo 21 añitos y no me preocupo de que en algún momento me tilden de solterona… tengo 4 años por delante para pensar en alguien que me haga cambiar de opinión… mientras, seguiré manifestando mis pensamientos feministas.
Pobres hombres, no saben que aquella atadura les da la seguridad que la soltería, la convivencia, lo amante nunca les concederá… pues sí, un hogar, una familia, un proceso interminable de amor… nunca les dará la tranquilidad de recibir más de lo que dan, de sentirse acompañados aunque todo el mundo acabe.