Una mujer suelta en plaza
Estaba desempolvando el baúl de
los recuerdos… ojo! Ya no más recuerdos que nos hagan moquear- naaa- sólo de
esos que tenemos para usar.
Sí, hoy vi un hermoso saquito que
me simpatizó y decidí ponérmelo – a que no saben – recibí mil y una burlas,
pero bahh!! No importa me salí con la mía y estuve así todo el día hasta que
llovió y obviamente cambié de look… ok ok!! Ya les estoy aburriendo, bueno a
que voy – lo pasado no siempre es malo – y ahora vamos a la solución…

Hay
momentos en los que debemos dejar salir nuestra amargura y correr… sí, correr –
correr para que el amor, no te alcance nuevamente – ojo! Si te alcanzó no es
momento de quejarte, relájate y disfruta, que momentos así no vuelven – pero no
es mi caso, mi problema es más extremo, yo no quiero que me alcance, me resisto
a la idea de pertenecer a alguien… Y aquí vamos con otra historia, sí de esas que escucho de cada amiga insensata que tengo... la chata? NO! Esta es extrema...
Era una noche de agosto, de esas muy
frías, cuando lo vió… Loe estaba confundida y nada parecía real, pero estaba ahí.
Loe se acercó tímidamente a saludar, todo se prestaba para un ambiente de
verdadero romance… él estaba ahí, acompañado… la miró fijamente antes de
saludar – sin saber que para ambos, desde esa noche, no iba a ser lo mismo –
tuvieron la respectiva presentación y desde luego las miradas siempre fijas en
que pronto algo ocurriría… Loe hasta el momento gritaba su soltería, pero no
para captar nuevos en la fila de espera – NO! – Ella no quería más desilusión,
había olvidado a lo que sabe el amor, cuando este se acerca para hacerte feliz…
Loe sólo continuó su camino, sin
saber que pronto… este camino le indicaría la curva que tenía que recorrer
entre lo que quería y lo que estaba por venir…